Durante la conquista espiritual de la Nueva España, muchas fueron las personas que destacan en la historia. Una de ellas es Fray Juan Bautista Moya. Nacido en Jaén, España, en 1504 fue un fraile y misionero agustino español que dedicó su vida a la labor evangelizadora.
A este fraile también se le reconoce por sus milagros, los cuales, junto con su labor, lo hicieron merecedor del apodo “Apóstol de Aguas Calientes”. Si quieres conocer más acerca de este importante evangelizador de Nueva España, sigue leyendo.
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Biografía Fray Juan Bautista Moya
Nacido en Jaén España en 1504, Fray Juan Bautista Moya era hijo de Jorge Moya y Tomasa Valenzuela. Se dice que desde muy pequeño siempre demostró gran inteligencia, al tiempo que tenía facilidad para aprender nuevos idiomas.
Estudió en el seminario del Convento de Salamanca, perteneciente a la orden de San Agustín. Allí aprendió latín y griego y más tarde se convirtió en seminarista. Cursó el noviciado de 1522 a 1523, y profesó este último año. Como lo marcaba la orden de San Agustín, tomó el nombre religioso de Bautista. Obtuvo grados de filosofía y teología, así como cátedras por oposición.
En 1552 llegó a Valladolid (hoy Morelia), donde aprendió la lengua Tarasca, con lo que se encontraba en aptitud para la evangelización de Tierra Caliente. Sin embargo, en 1553 lo destinan a Tiripetío donde estaba el primer Centro de Estudios Superiores de toda América. Ello para suplir la cátedra de Fray Alonso de la Veracruz.
A finales de 1553 lo envían al Convento de Tacámbaro como prior, cargo al que renuncia en 1555 para irse a Pungarabato. Los últimos años de vida los pasó realizando viajes misionales. Muere el 20 de diciembre de 1567 en el Convento de Guayangareo. Sus restos descansan en el Convento de la Orden de los Agustinos en la ciudad de Morelia, Michoacán
Ya en el momento de su muerte, Fray Juan Bautista Moya tenía fama de Santidad. Ello debido a los varios relatos de milagros que le acompañaban y a su gestión pública. Hecho por el cual el 15 de julio de 1996, la Santa Sede aprobó el “Nulla Obstat” para instruir el proceso de beatificación.
Educación
Los padres de Fray Bautista Moya, considerando las capacidades intelectuales de su hijo, lo envían a estudiar humanidades en la Universidad de Salamanca siendo aún adolescente. Su facilidad para aprender nuevos idiomas, le permitió manejar con habilidad las lenguas latina y griega.
En su paso por la Universidad, Fray Juan Bautista Moya queda fascinado por la predicación de Santo Tomás de Villanueva en la Catedral. Ello lo impulsa a ordenarse como seminarista en 1522 en el Convento de San Agustín de Salamanca.
Estando en el convento, además de su formación religiosa, estudio artes y teología. Luego de un año de formación, Bautista Moya profesó en Castilla el 30 de diciembre de 1523. Ello lo hizo en manos de santo Tomás de Villanueva, prior del convento. Finalmente se ordenó como sacerdote en 1527.
Vida Religiosa de Fray Juan Bautista Moya
La Orden de San Agustín estaba organizando una de sus primeras misiones evangelizadoras, con lo cual se preparaba un viaje a Nueva España. La misión estaba comandada por Fray Gerónimo de San Esteban, a la cual fue integrado Fray Juan Bautista Moya.
La misión iba a partir en 1533, pero Fray Juan Bautista Moya no llegó a tiempo para zarpar debido a una visita de su hermano. Tuvo que esperar entonces al viaje de regreso, previsto en 1536, cuyo propósito era llevar más misioneros a América.
El grupo con el cual zarparía el fraile, rumbo a Nueva España, estaba compuesto por doce misioneros agustinos. Entre los que estaban Alonso de la Veracruz y Antonio de Roa. Llegaron a tierras americanas el 22 de junio por Veracruz e iniciaron su travesía hacía la capital de la Nueva España (hoy Ciudad de México).
Como parte de su vida religiosa, siempre procuró adecuar los lugares más recónditos para que los a pobladores disfrutaran de una mejor vida. Por doquier levantó edificios para conventos e iglesias y construcciones como hospitales y escuelas. Vivió en Pungarabato hasta su enfermedad en 1567, cuando es trasladado a Valladolid (hoy Morelia) donde muere el 20 de diciembre.
Misiones Evangelizadoras
Tras la encomienda de llevar la palabra de Dios a Tierras Calientes, la expedición iba evangelizando cada pueblo que en su camino se encontraba. Estas misiones, encabezadas por Fray Francisco de la Cruz, más tarde construirían templos y conventos en la Ciudad de México. Además de hacerlo en Chilapa, Tlapa, Yecapixtla y Zacoalpan (hoy zonas del actual estado de Guerrero).
En Chilapa y Tlapa, Fray Juan Bautista Moya aprende el idioma náhuatl. En 1544 comienza a evangelizar en la población de Huachinango. Ese mismo año fue nombrado prior del convento de agustinos de la Ciudad de México. Cargo que no ostentaría por mucho tiempo pues se trasladaría a Tierra Caliente en Michoacán.
Desde 1533 hasta 1544, evangelizó Guayangareo (hoy Morelia), de Tiripetío, Tacámbaro, Tuzantla, Huetamo, Turipécuaro (hoy San Lucas) y después a Pungarabato (hoy Ciudad Altamirano). Fue en este último donde estableció su centro de operaciones para desarrollar su misión misionera.
En Pungarabato construye una iglesia y un convento, además de una escuela de música. De igual forma construye iglesias y conventos en Tuzantla, Cutzamala y Ajuchitlán. En Pungarabato la iglesia se incendia en tres oportunidades, mientras que el convento desaparece.
Fray Juan Bautista Moya también construyó iglesias y conventos en Nocupétaro, Turicato, Cutzio (cerca de Huetamo), Zirándaro, Huacana y Purungueo. Nunca dejó de inculcarle la religión católica a los pobladores de la región haciendo a un lado las prácticas de idolatría.
Actos Milagrosos del Fray Juan Bautista Moya
No son pocos los pobladores de la región de Tierra Caliente que le atribuyen a Fray Juan Bautista Moya actos milagrosos. Los mismos se produjeron mientras él realizaba su labor evangelizadora en una parte de Nueva España.
Se comenta que un día, al pasar por Tacámbaro, plantó un báculo de una rama seca. Para sorpresa de todos, ésta echó raíces, floreció y fructificó en tan solo unos minutos.
Otra historia, esta vez en Pungarabato, cuenta que enterró su báculo dentro del atrio de la iglesia prometiendo que nunca se inundaría la población. Ello ante el riesgo constante que representaban las crecientes de los ríos Balsas y Cutzamala en tiempo de lluvias. Más tarde se construiría en ese mismo sitio la Cruz de Mayo.
En una celebración de una misa en Coyuca, Fray Juan Bautista Moya dejó su báculo junto a la entrada del templo e hizo enraizar una gran Parota. Nuevamente, para sorpresa de todos, la Parota fructificó y permaneció junto al templo por mucho tiempo.
Más tarde, en esa misma población de Coyuca, cruzaría de un lado a otro las crecidas del río Balsas sobre un caimán. Ello con el propósito de dar una extremaunción. Así podemos encontrar varios relatos en poblaciones como Zirándaro, Cuitzeo, Huetamo, Ajuchitlán, Totolapan y en algunas localidades del actual municipio de La Huacana en Michoacán.
Rol de los Frailes en la Época Colonial
Los Frailes, del latín frater al francés frère que significa “hermano”, son hombres pertenecientes a cualquiera de las órdenes religiosas católicas romanas de mendicantes. Es decir, que hicieron votos de pobreza.
Antiguamente, fraile era el título que se otorgaba a los miembros individuales de estas órdenes, como Fray Lorenzo en Romeo y Julieta. Las 10 órdenes mendicantes son los dominicos, franciscanos, agustinos, carmelitas, trinitarios, mercedarios, servitas, mínimos, hospitalarios de San Juan de Dios y Orden Teutónica (rama austriaca).
Los frailes no solo evangelizaban en la época de la colonia, también ayudaron a construir puentes, hospitales, escuelas y otros edificios. Los buenos frailes también protegieron a los indígenas de la explotación y el abuso.
¡Esperamos que esta información te haya sido de utilidad para conocer una parte de la historia de Fray Juan Bautista Moya!
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